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“La corrupción no es un escándalo, sino el resultado del funcionamiento de un sistema.”
—Alto exfuncionario del gobierno hondureño1
En cerca de cinco decenas de países a nivel mundial, la corrupción ya no puede entenderse simplemente como actos inicuos de individuos. Más bien, es el sistema operante de redes sofisticadas que cruza fronteras nacionales y sectoriales en su accionamiento para maximizar beneficios para sus miembros. Honduras ofrece un ejemplo primordial de dichas redes cleptocráticas transnacionales “integradas” o entrelazadas. De esta forma, este caso ilustra características centrales de la manera en la cual economías en apariencia caóticas o abiertas están en realidad estructuradas a nivel mundial –y algunas de las dinámicas que están provocando el cambio climático, la desigualdad persistente y conflicto en espiral–.
El sistema operante cleptocrático hondureño en acción
- En este ejemplo, las tres esferas engranadas son aproximadamente coiguales en el impacto físico o en las cantidades de ingresos obtenidos. Mantienen un grado de autonomía y con frecuencia son afectadas por la rivalidad interna.
- Las operaciones de este sistema devastan el medio ambiente, aunque Honduras no sea un país de “recursos”. La mayoría de amenazas a la biodiversidad proviene de políticas de “desarrollo” deliberadas, cuyo propósito principal es en realidad canalizar ingresos para los miembros de la red.
- La red se ha apropiado de la energía renovable actual, al igual que de la energía hidroeléctrica. La crisis migratoria también es exacerbada por este tipo de corrupción.
- La represión está dirigida cuidadosamente para maximizar el efecto psicológico. Un ejemplo es el asesinato en marzo de 2016 de la activista ambiental y de la justicia social Berta Cáceres, que resonó en todas las comunidades afines.
- Los beneficios cleptocráticos del reforzamiento externo importante, consciente o inconsciente, incluyendo no sólo la asistencia militar, sino la mayoría de la financiación internacional para el desarrollo.
Un “chip” diferente
- El primer paso para deshabilitar el sistema operante cleptocrático es conocerlo, al igual que el papel de las personas externas que lo refuerzan. Los legisladores Occidentales deben invertir en el estudio honesto de estas redes y la corrupción como un sistema operante intencional, y evaluar si sus aportaciones están, en conjunto, habilitando o desafiando estas estructuras.
- La protección ambiental forma parte de una visión mundial indígena naciente que ofrece una visión positiva e integrada que para muchos vale la pena pelear por ella. Los grupos de comunidades están estableciendo sus propias redes, en las cuales el renacimiento ambiental y cultural está vinculado al trabajo y a los derechos de la tierra y a la educación autónoma. Pero estos grupos reciben apoyo escaso de instituciones y gobiernos donantes.
- Los modelos de desarrollo alternativos apoyados por comunidades existen. Los miembros de dichas organizaciones –quienes se enfrentan a la muerte para combatir las presas controladas por la red –reconocen prontamente las micropresas que satisfacen su aprobación. Han ayudado a diseñar y a construir una; otros contribuyen al bienestar local. Los ejecutantes de la implementación del desarrollo deben estudiar estos proyectos y aplicar sus principios.
- Las lecciones de Honduras son válidas a nivel mundial. Grupos hondureños de comunidades involucrados tienen percepciones valiosas no sólo de cómo la ayuda para el desarrollo puede producir mejores resultados en Honduras, sino de las maneras que Occidente puede reorganizar su economía para reducir la desigualdad y al mimo tiempo conservar y cultivar los recursos naturales.
Notes
1 Para la lista completa y la metodología, véase Corruption: Violent Extremism, Kleptocracy, and the Dangers of Failing Governance, Ante la Comisión del Senado de Relaciones Exteriores, Congreso 113avo., (30 de junio de 2016) (informe de Sarah Chayes, https://www.foreign.senate.gov/imo/media/doc/063016_Chayes_Testimony.pdf)
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Slideshow
Austra Bertha Flores López en su jardín. Madre de Berta Cáceres, la líder indígena y activista ambiental que fue asesinada en 2016. Austra es una líder fuerte por cuenta propia. Fue la primera mujer que se desempeñó como alcalde de su ciudad. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
En el pueblo de Berta Cáceres, La Esperanza, la evidencia de la magnitud del enfoque que ella y su grupo COPINH propugnaron está en todos los muros. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Cerámica en frente de un horno de leña. La cooperativa de cerámica lenca utiliza un barro blanco fino que extrae en un bosque a un día de camino de la aldea. Los lencas transportan el barro a casa en bolsas sobre sus espaldas. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Un activista de una comunidad indígena en las regiones montañosas hondureñas le muestra a Sarah Chayes su copia bastante hojeada de la Convención Internacional de la Organización del Trabajo 169 sobre los derechos de los indígenas. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Una reunión de ancianos de diversas aldeas lencas. El lenca es el grupo indígena más populoso de Honduras y se ha embarcado de manera activa en un renacimiento político y cultural. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Uno de los líderes de la comunidad con su familia. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
La cocina. (Julio 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
Una pequeña presa hidroeléctrica en el departamento de La Paz. La misma gente que se opuso a la presa de Agua Zarca junto a Bertha Cáceres aprobó éste. Fue diseñado y construido con aportaciones de todos los hogares de las tres aldeas que alimenta. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Unión Europea, entre otros donadores, lo apoyaron. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Las comunidades lencas valoran este idea de la biodiversidad: un solo árbol es un ecosistema que acoge un bosque de plantas. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
Atardecer en las colinas del departamento de La Paz. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
Uno de los muchos grupos indígenas ambientalistas en la región que ha sido el blanco del hostigamiento judicial, amenazas de muerte, ataques intencionales, atentos de asesinato y asesinatos debido a sus esfuerzos por defender sus tierras ancestrales y la relación diferente entre humanos y medio ambiente. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Patuca III, una presa de gravedad de 55 metros de altura que proveerá 105 megavatios de energía cuando esté terminada. Actualmente no hay planes para que la presa suministre electricidad a las comunidades del río. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Un granjero cuyo tierra fue expropiada para dejar sitio para el embalse de Patuca III. Desde el verano pasado, todavía no recibe la compensación prometida. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Este valle hermoso estará bajo el agua después de que la presa se termine de construir. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Algunos están felizmente inconscientes. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
El sitio de trabajo de Patuca III. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
La magnitud de la construcción. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
Según se dice que una de las empresas contratistas que trabaja en la presa pertenece a miembros de la familia Rosenthal. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
La cuenca del río Patuca forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano. Es la zona protegida más grande de Honduras. La reserva cuenta con una riqueza de recursos naturales y vida silvestre, incluyendo venado de cola blanca, guacamaya escarlata, jaguares, tapires e iguanas, además de miles de especies de plantas como orquídeas y bongas. Es el hogar de cuatro pueblos indígenas: tawahka, pech, misquito y garífuna. Pero la apropiación de tierra y la deforestación para la actividad ganadera y pistas de aterrizaje amenazan la biodiversidad y las comunidades humanas por igual. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Pipante en un remolino del inmenso río Patuca. Dichas lanchas son el único medio de transporte para las comunidades aisladas río abajo. Después de que se termine de construir la presa, no se sabe si el río será lo suficientemente profundo para que puedan navegar estos barcos de fondo poco profundo. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
La deforestación para dejar sitio para la actividad ganadera se extiende por kilómetros en lo que alguna vez era selva prístina. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
Un hogar tawahka. El pueblo tawahka es uno de los cuatro grupos indígenas a lo largo del río que están amenazados por el proyecto Patuca III. Se estima que quedan menos de mil miembros de este grupo étnico. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Un anciano tawahka. Este hombre recuerda cuando el clan aún funcionaba como una comunidad de recopilación y caza dinámica. La selva y el río les proveía todo lo que necesitaban. Los recursos eran compartidos, y las comidas se comían en comunidad. Un vistazo del Edén, como él lo narra. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
La esposa de un anciano tawahka. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
Niños tawahka visten trajes tradicionales: la tela y cordón está hecho de corteza de árbol. Estos atuendos se realizan para mostrárselos a los turistas que nunca llegan. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
El transporte por el río cuesta recursos preciados, de este modo, los aldeanos piden aventón cuando pueden. Esta mujer era uno de esos polizones. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Sarah Chayes
El transporte por el río cuesta recursos preciados, de este modo, los aldeanos piden aventón cuando pueden. Esta mujer era uno de esos polizones. (Julio de 2016)
Crédito de foto: Eve Chayes Lyman
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