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Manejo de la transición de energía: Un método basado en el lugar

Las comunidades pronto se verán golpeadas por impactos climáticos o deprimidas por la cayente demanda de los consumidores.  Los formuladores de políticas de los EEUU necesitan hacer que la transición de energía sea equitativa.

Published on 6 de agosto de 2024

 Qué pasa con las soluciones locales para la transición de energía limpia

La energía del mundo y los sistemas de combustibles están pasando por una transición profunda.  Durante muchos años, la revolución industrial y las economías, comercio y globalización subsiguientes estuvieron respaldadas por los combustibles fósiles.  Hoy en día, este sistema geoeconómico está cambiando en respuesta al cambio climático, con un enfoque en pasar de los combustibles fósiles hacia alternativas con carbono más bajo.  Aunque puede ser tentador intentar resolver estos problemas a nivel global, la única manera para navegar de manera satisfactoria esta transición es adoptar un enfoque basado en el lugar: diseñar políticas y proyectos que funcionen en lugares específicos para poder resolver desafíos económicos y de energía específicos y ofrecer beneficios tangibles a los empleados y las comunidades.  Puede que algunos críticos vean este enfoque como demasiado lento dada la urgencia del cambio climático o muy complicado dada la necesidad de “agilizar y escalar” en tecnologías de energía limpia. Pero esta serie argumenta que la única manera de lograr la transición a energía limpia, específicamente, la única manera de desarrollar una voluntad política y apoyo de la comunidad, es adoptando un enfoque de desarrollo económico basado en el lugar.

 En 2023, al final de la conferencia sobre el cambio climático de las Naciones Unidas dada a lugar en Dubái, los estados miembros prometieron una transición “ordenada y equitativa” para salir de los combustibles fósiles. No fue nada fácil llegar a este punto en donde todas las partes aprobaron esta frase.  Aunque el lenguaje ha sido criticado por muchas partes, su mera existencia es un paso hacia adelante en las negociaciones globales que tomaron años en lograrse.  Como es común, la realidad se mueve más rápido que la diplomacia: ha quedado claro durante décadas que la única manera real de combatir el cambio climático es hacer una transición para salir de los combustibles fósiles.

¿A medida que este cambio y los efectos del cambio climático y las respuestas políticas requeridas se vuelven más tangibles, ¿qué pasará con las comunidades de energía tradicional? Específicamente, ¿qué pasará con la cultura y política americanas cuando pasemos de un sistema de energía que funciona sobre la base de industrias de extracción basadas en un lugar, el motor de todo nuestro sistema económico, a funcionar en un conjunto diverso de tecnologías de energía basadas no solamente en la ubicación de recursos subterráneos sino más bien, en la disponibilidad de sol, viento y olas? ¿Qué pasara cuando abandonemos las industrias de extracción por algo nuevo y menos arraigado al lugar?

Algunos en la comunidad climática argumentarían que ya nos estamos moviendo en esta dirección, apuntando a la afirmación citada con frecuencia de que establece que hay más trabajos solares que trabajos de carbón en los EEUU. De hecho, al final de 2023, solo había aproximadamente unos 43,000 empleados en o relacionados a las minas de carbón en los Estados Unidos, divididos entre la región Este Apalaches y la región montañosa del Oeste.  En contraste, el Departamento de Energía estima que había en el mismo año un estimado de más de 300,000 empleados del sector solar esparcidos por el país. Y mientras que. en general, los trabajos en carbón continúan disminuyendo, los trabajos en el sector solar continúan subiendo.

Pero los números ocultan detalles importantes.  Para comenzar, los mineros de carbón, al igual que muchos otros en las industrias de combustibles fósiles, casi siempre disfrutan de trabajos permanentes con afiliación a un sindicato y  con beneficios, mientras que los instaladores solares y muchos otros en las nuevas industrias de “energía limpia” a menudo asumen trabajos temporales, de remuneración baja y sin afiliación al sindicato.

E igual de importante, existe una diferencia de espacio, o basada en el lugar.  Los mineros de carbón y de la industria del carbón en general, están atados de manera permanente a lugares específicos.  El carbón está ahí y, por lo tanto, la mina está ahí, la comunidad está ahí y las industrias de soporte, como la industria de transporte y logística están ahí, sin mencionar los restaurantes, peluquerías, hospitales y otros servicios.  La existencia de recursos condujo al nacimiento de una comunidad.  Esta es la historia no solo para el carbón, sino para otras industrias de extracción como, por ejemplo, la del petróleo y gas y en menor extensión también la agricultura y silvicultura.

Las comunidades que emergen debido a la disponibilidad de recursos están altamente ligadas a estos recursos, no solo por los puestos de trabajo, sino también por su base impositiva y salud económica general. Con frecuencia, estas áreas rurales, sin una infraestructura significativa aparte de lo que se ha creado para movilizar el carbón o petróleo de los puertos o centros poblacionales, carecen de economías fuertes y diversificadas.  Esto las hace altamente vulnerables cuando el carbón o el petróleo se acaban, el mercado cambia de dirección o la compañía entra en bancarrota. La dependencia en una sola industria, o un conjunto de industrias relacionadas, complica cualquier discusión de una transición de este recurso.

Un estudio etnográfico de una región carbonífera en 2015, conducido en nombre de varias fundaciones interesadas en financiar esfuerzos para hacer una transición de las comunidades de la región de los Apalaches del uso de carbón a fuentes de energía más limpias y sostenibles, hace énfasis en la relación entre la industria del carbón y la cultura de las comunidades del carbón, incluyendo el valor mantenido profundamente de una “independencia por medio del trabajo”. Establece que la “razón principal del afecto de las personas por el carbón es que los trabajos han representado un camino claro y de probada eficacia hacia una seguridad e independencia económica, no solo para los mineros de carbón, sino también para otros en la comunidad.”·

Las entrevistas del estudio también destacan la fuerte naturaleza basada en el lugar de la minería de carbón como un motor económico.  El carbón fue encontrado en Appalachia (y Wyoming) y luego fue vendido a aquellos fuera de la región, devolviendo un valor económico al área.   Este método orientado a la exportación, común en las economías de recursos, es una característica fuerte de la identidad de los Apalaches:

El modelo económico tradicional en Appalachia está relacionado fundamentalmente al flujo de dinero.  Tradicionalmente, las compañías de carbón vendían carbón a foráneos (en donde está el dinero), devolvían ese dinero a Appalachia y pagaban los sueldos a los mineros de carbón y a otros. Estos sueldos no solo significan independencia económica para los empleados, sino que este dinero a su vez fluía en la economía local, ya que los mineros, mecánicos, contadores, conductores de camión y otros lo gastaban ahí, permitiendo que florezcan otros trabajos y negocios del flujo de este dinero del carbón.

Estos hallazgos ilustran la relación integral entre las industrias del carbón y las poblaciones de carbón, así como también la relación entre una extracción basada en el lugar y actividades de exportación y la economía local.  No es de sorprenderse que la relación entre estas industrias y los lugares en los cuales están localizadas vaya más allá de estadísticas laborales y la economía hasta la cultura esencial de los lugares. Con frecuencia, los trabajos en las industrias de extracción se pasan de una generación a otra. Dado que estas poblaciones crecen en torno a la industria, la industria queda infundida en las poblaciones. Por ejemplo, los equipos deportivos reciben los nombres de las industrias: el ahora renombrado Houston Oilers de la industria del petróleo o la liga menor Southern Illinois Miners. Durante el siglo diecinueve, hubo por lo menos diez equipos de beisbol de las ligas menores con cierta variante de “coal haver”, “coal miner” o “coal baron” en sus nombres.  Los sindicatos laborales que representan a estas industrias contribuyen a la cultura local, como entes sindicales son los lugares de interacción social, así como también de participación política.

El lugar y la cultura es importante para las comunidades.  Pero también son esenciales para la política norteamericana. Cuando un distrito se desarrolla en torno a una industria, los políticos en este distrito son por lo general líderes en, o beneficiarios de, dicha industria.  A veces, esto es el resultado de contribuciones políticas externas de una industria específica para los actores políticos de la región, resultando en una atención demasiado entusiasta a tratar los problemas de la industria a través de la política y regulación.  Pero es con frecuencia más complicado que esto.  Cuando la industria central de una región es económicamente sólida, actúa como el impulsor principal de la economía y las contribuciones de muchos funcionarios o sindicatos afiliados de la compañía juegan un papel importante en la elección de políticos locales.  Cuando la industria se encuentra en declive, por políticos están por lo general luchando por su supervivencia y, por añadidura, por la supervivencia de su comunidad circundante.

Sin embargo, no obstante de la buena intención del sentimiento, comparar trabajos de carbón con trabajos solares puede fácilmente interpretarse como un repudio de las generaciones de trabajadores y comunidades dependientes en esta industria a una industria de perforación o minería de clase media.  ¿Es de sorprenderse que estas industrias y los lugares que dependen de ellas, tengan un impacto considerable en la política norteamericana? ¿Sorprende que estas industrias sean vistas con frecuencia como amenazas existenciales por las comunidades locales? ¿Podemos echarle la culpa a estas industrias por hacer que sus voces se escuchen, a veces de una manera sobredimensionada, en la política norteamericana?

 Toda la energía (y clima) es local

Aunque los funcionarios del gobierno y los formuladores de política hablan a un nivel alto acerca de una “transición justa”, el trabajo real de pasar a economías locales y regionales más diversificadas y sostenibles se ha estado dando a lugar en el terreno durante décadas.

La Alianza Apollo a la cual ayudé a levantarse en 2004, y que posteriormente dirigí como director co-ejecutivo, fue una de las primeras organizaciones del país enfocadas firmemente en la intersección de energía limpia y desarrollo económico.  Reunió a grupos comerciales, laborales, medioambientales y partes interesadas de la comunidad para encontrar un interés común en el desarrollo de estrategias políticas para promover una agenda de energía limpia doméstica, con un objetivo principal de generar “trabajos ecológicos” en todas las comunidades del país.  La organización trabajó a nivel nacional (a través del Instituto para el Futuro de América) para desarrollar un conjunto integral de recomendaciones políticas en todo desde energía renovable hasta combustibles y hasta inversiones de infraestructura amplia que den soporte a un cambio hacia sistemas de energía más limpia; y a niveles estatales y locales (a través del Centro de Estrategia de Wisconsin) para desarrollar una política más específica y soluciones operacionales para una diversidad de estados y regiones.  Aunque la política, comunicaciones y el trabajo de recaudación de fondos estaba centralizado, la Alianza Apollo tuvo varias coaliciones en todo el país, todas las cuales reunieron a los mismos grupos de partes involucradas para implementar avances en la política en esta área.  La alianza promovió algunos estándares en la agenda de renovables, estándares de combustibles renovables, códigos de eficiencia energética y construcción verde, y otros, así como también desarrolló las plataformas para trabajos ecológicos durante las campañas presidenciales de 2008 de Barack Obama, Hillary Clinton y John McCain.

La Alianza Apollo llegó a reconocer una verdad importante, la política de energía es fundamentalmente local en naturaleza.  Cada parte de los Estados Unidos tiene una relación profundamente distinta con la energía que utiliza y, por lo tanto, con las políticas y las políticas que regulan el uso de esa energía.  Por una parte, algunos estados tienen un clima mucho más extremo que otros y dependen más de la energía (para calefacción y/o aire acondicionado) como resultado.  Por otra parte, cada estado depende más en las fuentes de energía a las cuales tiene el mejor acceso. Sorprendentemente, algunos estados siguen dependiendo del carbón, no solo los estados mineros, sino también los estados del centro de los EEUU como Wisconsin e Indiana.  Algunos dependen de energía hidroeléctrica, como Washington y Oregon.  Algunos en realidad siguen quemando diésel para obtener electricidad, incluyendo regiones de Alaska.  Algunos tienen la suerte de tener un clima bastante leve y recursos solares y de viento muy fuertes; California es uno de estos estados, por lo menos sus áreas costeras pobladas densamente.  Finalmente, cada estado tiene un entendimiento distinto de lo que constituye energía limpia y fiable y qué constituye exactamente un buen empleo ecológico.

Esta es la historia nacional y subnacional.  Pero los Estados Unidos no funciona en un vacío de energía, es parte de un sistema de energía mundial mucho más grande, en donde el comercio fluye y la geopolítica tiene tanta influencia como el consumo local.  En los inicios de la Alianza Apollo, desde aproximadamente 2003 a 2008, predominaban las preocupaciones macroeconómicas.  En ese entonces, Estados Unidos estaba importando la mayor parte de su petróleo y casi todo su gas natural. Los líderes políticos tanto en los estados rojos como azules buscaban alternativas de energía domésticas, como, por ejemplo, energía solar y viento, y maneras de reducir las facturas de electricidad a través de medidas para lograr eficiencia de energía.  La gasolina en las gasolineras se encontraba a un punto de precios históricamente alto, por lo que esta era una época de alternativas como el etanol (incluyendo, en resumen, el etanol celulósico) y de un notable cambio a una mayor eficiencia de los vehículos.

Estos años se caracterizaron por un neoliberalismo, un paradigma de capitalismo de mercado sin restricciones que defendía la eliminación de regulaciones del gobierno y reducía la influencia del estado en la economía.  El pensamiento era que el capital, productos y servicios fluirían en un mundo esencialmente fijo y sin fricciones, conduciendo a la innovación, beneficiando a los consumidores y maximizando el valor para los accionistas.  La era del neoliberalismo puede describirse mejor por el director ejecutivo más celebre de aquel periodo, Jack Welch, de General Electric quien citó en 1998 que lo ideal sería tener “cada planta que uno posea en una barcaza que se mueva al ritmo de la moneda y cambios en la economía.” Este enfoque tuvo un impacto en la política climática y energética, con un énfasis en una “velocidad y escala”. La fabricación y la comercialización se daba mayormente en el extranjero, regresando los paneles solares y turbinas de viento económicos resultantes para ser instalados en los Estados Unidos.

Sin embargo, el mundo ha cambiado desde entonces.  Hoy en día, los Estados Unidos es un exportador neto de energía.  Aunque los precios han fluctuado en los últimos años, los precios del petróleo y gas han llegado a bajas y altas históricas, los precios de energía de viento y solar han bajado de manera consistente.  Ahora, el fundamento urgente detrás de reducir el uso de energía, y especialmente el uso de combustibles fósiles, no es la producción doméstica, sino el cambio climático. 

Al mismo tiempo, el neoliberalismo se ha visto sometido a nuevas críticas, con un enfoque mayor en las economías locales que crean beneficios tangibles para las personas y lugares.  Este nuevo modelo, un componente central de la estrategia económica de la administración actual de los EEUU, tiene muchos factores motivadores, no menos importante el entendimiento de que el neoliberalismo, aunque claramente ayudaba a desarrollar una clase media en los países en vías de desarrollo como China, también aumentaba la desigualdad dentro de los países desarrollados ya que erosionaba los trabajos de manufactura de cualificación intermedia.  Los Estados Unidos y muchos otros países también experimentaron una marcada señal de advertencia durante la pandemia del COVID-19, cuando las cadenas de suministro colapsaron y de repente se volvió evidente que había muchos productos que los Estados Unidos ya no sabía cómo fabricar.

Estos cambios en la economía energética de los EEUU y el enfoque más amplio al crecimiento económico han vuelto a enfocar la atención en la importancia de las economías locales.  En parte, esto se debe al reconocimiento de que invertir en una nueva economía industrial pudiese infundir nueva vida a algunos de los mismos lugares que perdieron sus bases industriales hace años (por medio de la reinversión en estas mismas instalaciones e infraestructura).  En contraste con el argumento de trabajos de carbón versus trabajos solares, esta nueva atención a la política basada en el lugar reconoce que los trabajos en nuevas actividades industriales de energía limpia, incluyendo minería mineral crítica, tienen más en común con los trabajos industriales del pasado basados en combustibles fósiles, incluyendo una mayor interferencia en la geografía y habilidades de los trabajadores, que lo que tienen los trabajos en la energía renovable y en la instalación de sistemas de energía eficiente.  En parte, se debe al creciente entendimiento de que comunidades enteras no se han beneficiado de la prosperidad traída tanto por la revolución industrial inicial como por la más reciente revolución digital.  La política industrial moderna emergente reconoce la importancia no solo del crecimiento del PIB y de los trabajos, sino también de la sostenibilidad, resiliencia y equidad como objetivos económicos centrales.

Por lo tanto, la energía es local.  Pero, ¿qué hay respecto al cambio climático, el cambio histórico central que presiona a los formuladores de políticas e industria a enfocarse en la transición de energía? Alguna vez fue fácil pensar en el cambio climático como un fenómeno incierto que realmente no afectaba la vida de los individuos, pero esta época ya pasó hace mucho.  En todo caso, el cambio climático es más bien un fenómeno local que la extracción y uso de energía.

Los impactos de un clima cálido ocurren en todo nivel local.  En 2014, el Proyecto “Risky Business”, copresidido por Mike Bloomberg, Hank Paulson y Tom Steyer, se propuso llevar la discusión esotérica mundial del cambio climático al ámbito de una política e inversión basadas en el lugar. El proyecto, el cual dirigí como el director ejecutivo fundador, fue lanzado para entender mejor los impactos económicos del cambio climático en regiones e industrias específicas de los EEUU. Determinó que los impactos climáticos, como un calor extremo, incremento del nivel del mar y mareas de tempestad, no solo ocurren en distintas partes de los Estados Unidos, sino que también afectan estas zonas de manera distinta dependiendo de las industrias y economías centrales que alimentan a cada región.  Desde la publicación del informe inicial hacer diez años, este informe en la diferenciación regional de impactos ha sido tomado por organismos científicos en los Estados Unidos (por ejemplo, el Análisis Nacional del Clima del Programa de Investigación de Cambio Global de los EEUU) e internacionalmente (por ejemplo, el panel intergubernamental sobre el cambio climático).

El Proyecto Risky Business, y los estudios que continuaron, revelaron que, habrá diferencias en el impacto climático regional altamente variadas pero cada vez más importantes en todos los Estados Unidos. En el sudoeste, se pondrá tan caliente para mediados de siglo que los empleados en industrias al exterior de “alto riesgo” como, por ejemplo, la construcción, solo podrán trabajar en las noches.  A lo largo del litoral del Este y la Costa del Golfo, el nivel del mar aumenta y el calentamiento de los océanos significará tormentas más frecuentes y severas y más propiedades totalmente hundidas por el agua.  Para las economías agrícolas del Oeste Medio, las temperaturas más altas afectarán los principales cultivos, como por ejemplo, el maíz y la soya.  En el Noroeste, a primera vista las cosas se ven muy estables, pero esta región experimentará más incendios forestales, mayores amenazas a la pesca de la ostra y el salmón por la acidificación del océano y la inmigración de refugiados que se movilizan al norte.  Los impactos climáticos son incluso más variables y extremos fuera de los Estados Unidos, especialmente en el sur del mundo.  No hay una respuesta de la política global a la pregunta de cómo se adaptarán se volverán más resilientes las comunidades individuales, trabajadores e industrias frente a estos impactos.

Al mismo tiempo, las políticas previstas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y disminuir los impactos climáticos en el futuro son de la misma manera locales, ya que, por supuesto, la producción y el consumo de energía, históricamente los contribuyentes principales al cambio climático, son locales.  Reducir emisiones en un estado que depende del carbón para generar trabajos y electricidad es una propuesta muy distinta que en un sitio en donde nunca ha habido una planta de carbón y en donde la energía solar es barata y abundante.  De manera similar, reducir las emisiones en un país que ya ha pasado por una revolución industrial productiva es una propuesta muy distinta a uno en el cual recién se está comenzando a construir su infraestructura, cadenas de suministro y mercados de exportación.

Impactos climáticos sobre las comunidades que extraen recursos - Un doble impacto

Para las comunidades con industrias que extraen recursos, especialmente aquellas enfocadas en los combustibles fósiles, el cambio climático es una doble amenaza.  Las emisiones que los seres humanos ya han colocado en la atmósfera a escala global causarán impactos locales que, a su vez, afectarán de manera desproporcionada muchas partes de los Estados Unidos en donde están concentrados los combustibles fósiles: la Costa del Golfo, los Apalaches, Alaska y la Región Montañosa del Oeste.  Y las industrias de extracción, con sus localidades e instalaciones industriales capital altamente intensivo, serán específicamente sensibles a los efectos climáticos basados en el lugar.  De por sí, el huracán Katrina en 2005, los huracanes Harvey e Irma en 2017, y un sinnúmero de eventos más recientes, incluyendo algunos de los desastres de veintiocho mil millones de dólares en 2023, han quitado partes importantes de nuestra infraestructura petrolera nacional por lo menos temporalmente, interrumpiendo el suministro y los precios nacionales e incluso internacionales.  

Al mismo tiempo, los esfuerzos estatales y federales para disminuir la marcha del cambio climático, esfuerzos que son absolutamente necesarios para evitar impactos cuasi-apocalípticos a finales de este siglo, requerirán definitivamente de una disminución dramática en el uso de los combustibles fósiles.  Se entiende generalmente que, para llevar los incrementos de temperaturas globales a un nivel más estable (e idealmente a menos de 1.5 grados Celsius), el mundo necesitará hacer tres cosas: electrificar casi todo, utilizar en la medida de lo posible energía renovable o baja en carbono para alimentar esta electricidad, y utilizar mucha menos electricidad en general.  Estos pasos guiarán al mundo hacia un clima más estable, pero quizás también pueda implicar el final de la estabilidad económica para lugares que se han desarrollado en torno a las industrias de la extracción, como, por ejemplo, el carbón, gas y petróleo.

Manejo de la transición

Estados Unidos ha pasado por transiciones económicas en el pasado, un hecho histórico que se vuelve aún más evidente cuando se considera desde una perspectiva regional.  Muchas fábricas que afianzaron las economías industriales del centro de los EEUU y del norte de New England de mediados a finales del siglo veinte han cerrado desde entonces, primero trasladándose a estados del sur y del oeste con salarios más bajos y menos protecciones laborales y luego trasladándose eventualmente al extranjero.  La industria de la madera es un ejemplo perfecto de una economía basada en recursos que se ha trasladado al exterior; la madera se volvió más barata y más fácil de importar, dejando a comunidades enteras en el norte de California, Maine y la parte superior del Centro de los EEUU

Aunque la globalización era el impulsor de transición económica clave al final del siglo veinte, hoy en día es probable que sea automatización e inteligencia artificial.  Aunque los eruditos estrujen sus manos por el potencial de los vehículos autónomos de desplazar a millones de conductores de camión en todos los Estados Unidos, la automatización puede verse como un nuevo fenómeno.  Pero no es nuevo para el sector de la energía: los mineros de carbón en West Virginia fueron despedidos masivamente a lo largo de los años 80 como resultado de un cambio de minería superficial a minería de remoción de cima, la cual requiere de menos empleados y más máquinas.  Los sectores de manufactura, agricultura y construcción, que proveen mayormente de buenos trabajos de clase media, también han experimentado recortes de personal, a medida que los robots han tomado los trabajos clave.

Muchas de estas transiciones promovieron el crecimiento económico y prosperidad general en los EEUU, pero este crecimiento positivo del PIB y competitividad nacional a veces enmascara el malestar de industrias, trabajadores y comunidades específicas.

Los factores de transición del mañana no solo serán la globalización y la automatización, sino más bien una combinación de ellos más el cambio climático.  Estas tres tendencias globales ya están transformando el mundo de uno en el cual las personas y trabajos están arraigados en un lugar a un mundo en el cual la movilidad es la clave para la supervivencia.  Aquellas industrias que sean menos móviles, aquellas en donde los trabajos y cultura están más vinculados a lugares físicos, enfrentarán los periodos más difíciles para adaptarse, lo cual puede resultar en un grave descontento político y social.

Sin embargo, y aquí vienen las buenas noticias: se pueden mitigar el sufrimiento y el descontento.  La historia norteamericana está llena de historias de éxito de haber pasado de una industria a otra.  Los trabajadores dejaron la agricultura en horas para trasladarse a las ciudades durante la revolución industrial.  Los distritos de manufactura como Pittsburgh han sido replanteados como centros de innovación de cuidados de salud y educación, aunque, de hecho, el grueso del progreso económico de la región esta década ha venido del boom del gas de esquisto en el sudoeste de Pennsylvania.  Aun así, Pittsburgh ha hecho una transición satisfactoria de sus raíces como distrito del acero, manteniendo al mismo tiempo algunas de sus culturas y tradiciones industriales (los Pittsburgh Steelers no han cambiado su nombre, y el distrito sigue siendo la sede de la oficina principal de United Steelworkers).  La vía “Tobacco Road” que solía utilizarse para ir hasta North Carolina es ahora un carretero que conduce hasta el Triángulo de la Investigación (Research Triangle) conocido por su investigación en biotecnología.  Estas transiciones no ocurrieron por accidente; fueron el resultado de una planificación cuidadosa por el gobierno, instituciones cívicas y el sector privado.

Los Estados Unidos saben bien cómo hacer transiciones económicas, pero el país también tiene bastante experiencia generando pueblos fantasmas cuando sus industrias pasan al extranjero o se vuelven obsoletas.  Pensemos en las comunidades que algún día estuvieron enraizadas al acero y a las plantas automotrices en Gary, Indiana y Flint, Michigan; las ciudades de la fiebre del oro en California y Nevada, y las ciudades de la minería en West Virginia.

En las próximas décadas, el mundo verá todo un nuevo grupo de comunidades de la industria de la extracción ya sea golpeada por los impactos climáticos o erosionada por la demanda de consumidores en declive. Esta serie de estudios enfoca en el tema de qué ocurre con la cultura y política norteamericana cuando las industrias basadas en un lugar se ven amenazadas y, finalmente, cómo lograr que estas transiciones sean menos atemorizantes y más equitativas para los trabajadores y las comunidades.  Este desafío es tanto moral como político, y los formuladores de políticas de los EEUU y líderes de la industria no podrán contribuir a los objetivos del cambio climático si no hacen el trabajo de transición de energía para personas reales en comunidades reales.


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