A lo largo de América Latina diversos estados están experimentado varias formas y niveles de divisionismo político. La experiencia comparada puede llevar a que muchos de estos estados aprendan lecciones positivas de sus vecinos acerca de cómo enfrentar las desencuentros existentes y de ese modo enfrentar los desafíos de la pandemia.
En Perú, una representación política crónicamente fragmentada ha generado duras pugnas entre el legislativo y el ejecutivo y el desenlace de este conflicto ha generado protestas masivas inéditas. A menos que Perú pueda ampliar la vigilancia ciudadana de la vida política e incorporar los movimientos juveniles en la política formal, la democracia del país se encamina hacia más problemas.
Detrás de la fractura política entre la izquierda y la derecha mexicana subyace una división más profunda entre las élites gobernantes y un movimiento emergente de ciudadanos y víctimas en contra de la violencia criminal y las graves violaciones de derechos humanos. La viabilidad de la democracia en México depende del éxito de este movimiento ciudadano.
En Colombia, una amarga polarización en torno al histórico acuerdo de paz se supera gradualmente, en parte como resultado de la pandemia del coronavirus. El gobierno debe aprovechar esta oportunidad mientras atiende las causas fundamentales de la persistente violencia.
En Chile, la pandemia ha ampliado la profunda brecha que se abrió en 2019 entre los sectores tradicionales políticos y económicos, por un lado, y muchos chilenos enojados por la exclusión, por otro. A menos que el sistema del país se vuelva más representativo, Chile podría encaminarse hacia una polarización más profunda o un incipiente populismo.
En Brasil el controversial gobierno del presidente Jair Bolsonaro que ha dividido a los brasileños es tan sólo el síntoma de un patrón más prolongado de polarización que ha obstaculizado de forma muy severa la respuesta del país a la pandemia de COVID 19.
Una controvertida elección, sumada a la pandemia del coronavirus y sus consecuencias económicas, agravaron fracturas sociopolíticas de vieja data en Bolivia. El nuevo gobierno debe restaurar la confianza de los ciudadanos, de lo contrario, corre el riesgo de que se reanuden los disturbios.
En América Latina profundas divisiones políticas y desigualdad social han fomentado importantes niveles de protesta social. La pandemia de Covid-19 ha profundizado las divisiones existentes – pero la región puede encontrar un camino para mitigar los altos niveles de divisionismo político.
En América Latina un ambiente de aguda división política se ha visto agravado por la llegada de la pandemia de Covid 19. En Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú mitigar la polarización política será clave para preservar la democracia.
Trump acabó con la idea de que la corrupción y el nepotismo al más alto nivel del Gobierno solo florecen en dictaduras bananeras.
Diversas personas entrevistadas para este informe compartían la apreciación de que el Presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, está haciendo un esfuerzo estratégico con el propósito de consolidar los mecanismos del poder en el gobierno para colocarlos a su alcance.
Las redes que han penetrado en el control de la economía política hondureña a través de un proceso son quizás menos unitarias que las redes de cleptocracias mucho más estructuradas como la de Azerbaiyán o Cambodia o la de Túnez de Zine el-Abidine Ben Ali.
A lo largo de las últimas tres décadas aproximadamente, el dinero ha eclipsado cada vez más a otros valores como el estándar contra el cual la gente se mide a sí misma y evalúa su propio prestigio social y el mutuo.
El escenario anterior es oscuro. Sin embargo, Honduras es el lugar donde los miembros del equipo de investigación se impactaron por los modelos de compensación que encontraron (y en los cuales se inspiraron), cuyos preceptos y prácticas albergan promesas para confrontar retos que van más allá de los fronteras del país.
Puede ser que las redes cleptocráticas que dominan a Honduras no estén cosechando el botín fabuloso que ha salido a relucir en otros países afectados. Nadie, de hecho, ha tratado de estimar el botín total en Honduras.
El uso de la palabra “habilitadores” en este análisis de las redes cleptocráticas es deliberado. Con ello se pretende provocar una reflexión más ingenua de los impactos verdaderos de muchas de las actividades en las cuales participan profesionales respetables.
El crimen organizado no es una actividad separada sino que está entretejida en el tejido mismo de la cleptocracia de Honduras.
Las redes cleptocráticas se enfocan en aquellas actividades económicas que con mayor probabilidad generan y concentran rendimientos exponenciales relativamente en pocas manos, en especial mediante el favoritismo del gobierno; o que tienen más posibilidades de atraer una financiación internacional considerable.
Como la mayoría de países latinoamericanos, Honduras tiene una distribución de ingresos extremadamente desigual, y una distribución de la riqueza aún más injusta.
Es una característica inconfundible de los sistemas de gobierno cleptocráticos que los organismos que muestran independencia o que representan una amenaza potencial a los intereses de la red sean paralizados o cortocircuitados de manera intencional.
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